Shikoku parte 2
La
mañana siguiente cocinamos el desayuno en el cuarto, pan tostado y
continuamos el viaje hacia las montañas, este fue el día mas pesado
ya que la mayor parte de los 60 km fueron caminando montaña arriba,
desde el templo 46 al 45 son 25km y una altura de 800m sobre el nivel
del mar, había un punto en donde yo ya estaba sin poder seguir
caminando, parábamos cada 10 minutos a descansar, el agua se había
terminado y los dulces también, nos sentamos un rato a comer una
naranja que, aunque estaba algo seca nos supo a gloria, veíamos los
letreros de cuanto faltaba para llegar a la cima de la montaña, los
amaba y odiaba al mismo tiempo.
Desde
la cima bajamos rápidamente hacia la siguiente ciudad, visitamos el
templo 45 en las montañas llamado Daiho-ji y bueno, no era tan tarde
así que decidimos ir de una vez hacia el 44.
Hay una
ruta recomendada en el libro de peregrinación que es la que la gente
toma cuando camina de un templo a otro, nos dijeron que estaba tres
horas caminando por lo que pensamos que ir y volver podría ser una
buena idea para ese mismo día, buscando en el mapa Maps.me me dijo
“hey boy! Hay una ruta mas fácil para ciclistas que pueden tomar”
la sugerí y bueno, igual son experiencias que uno vive, recuerdo muy
claro una parte de bajada que, entre las montañas vi el bosque, el
sol de medio día, unos arboles altísimos y no se, se sentía como
en las películas, creo que dije esa frase unas 10-15 veces en el
viaje “like the movies!!!” con asombro y era porque cada tanto
veía algo que era totalmente nuevo o impresionante para mi. No me
considero una persona muy dramática, en si creo que hasta los videos
de “reacciones” en YouTube son pura tontería y actuaciones
tontas.
A ¾
del camino tuvimos que dejar la bicicleta, ingenuamente yo pensaba
que podíamos cargarla para cruzar la montaña y acampar cerca del
templo pero wow, a los 10 minutos escalando (ya era escalando y no
solo caminando en la montaña, tuvimos que detenernos, era una subida
bastante difícil y luego caminamos hacia un lado equivocado por un
par de horas entre subidas y bajadas, había pedazos que el camino
era muy pequeño, del tamaño de mis dos pies y la caída era desde
una buena altura, igual los arboles ayudarían a detener la caída
pero había muchos troncos y ramas, no creo que fuera agradable, por
suerte nos dimos cuenta antes de que sea muy tarde y regresamos,
tomamos el camino correcto y ya cuando vimos que aun faltaban 7km
para llegar y la no faltaba tanto para que estuviera demasiado
obscuro decidimos regresar y “atack again tomorrow!” bajamos la
montaña y tomamos las bicicletas, yo sugerí quedarnos cerca del
templo en vez de regresar a la ciudad pero no vimos un buen lugar
para acampar.
En las
afueras de la ciudad vimos un parque con un techo y baños, decidimos
acampar entre la pared y la maquina de sodas, fuimos por algo de
cenar, unas cervezas y para las 8 de la noche yo ya estaba roncando.
Fue una noche difícil, hacia demasiado frio para acampar y el viento
pegaba con fuerza en la casa de acampar, tenia que ir al baño pero
no quería, al final salí de la casa e hice del baño apuntando
hacia la dirección de un campo de béisbol, la vista era increíble,
el cielo claro con pocas nubes y la luna llena con un magnifico
esplendor, igual era el cansancio.
En la
mañana desayunamos lo que nos quedaba de comida y salimos nuevamente
hacia el templo pero esta vez por la ruta correcta, no fue mucho mas
rápido pero si mas sencillo, la diferencia de alturas era mínima
(no tuvimos que escalar 800 metros de golpe dos veces en un día)
visitamos el templo y aplaudimos porque lo habíamos logrado. Ese día
regresamos a Matsuyama, en el regreso fueron varios kilómetros de
bajada por lo que nos pusimos nuestras chamarras, guantes, gorros,
bufandas y anduvimos a máxima velocidad durante unos 10 kilómetros,
el frio era tremendo y se juntaba con la velocidad y el viento,
cruzamos la ciudad y comimos algo en un restaurante de comida rápida
japonesa, después reservamos un hostel cerca de la estación.
En el
hostel nos recomendaron un Onsen, decidimos ir ahí, ah que delicia
sentir tus músculos destrozados y luego consentidos en jacuzzis y
saunas, había un jacuzzi de leche, unas tinas gigantes en donde cabe
una persona, varias albercas, una al aire libre y como estaba fresco
se sentía la diferencia, esa noche celebramos en un restaurante
comiendo sashimi y bebiendo Shoshu caliente, caí muerto hasta la
mañana siguiente, despertamos y regresamos a Hiroshima con el ferry.
-Gil-
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