Viaje a Shikoku Parte 1

El día llegó, un día antes decidimos que iríamos en bici hasta Kure para ahorrarnos 1,000 yenes en pasaje pero eso significaba salir una o dos horas antes, a las 7 de la mañana ya estábamos listos bebiendo el ultimo café en Hiroshima y amarrando todo a las bicicletas.



El primer tramo fue sencillo, varios puentes, ríos, pero ninguna elevación que nos hiciera detenernos, veinti tantos kilómetros a muy buen ritmo tanto que llegamos una hora antes para tomar el ferry a Matsuyama por lo que fuimos al museo Naval en Kure, es impresionante como la historia japonesa esta basada en en la guerra y a pesar que es uno de los países mas pacíficos del mundo mantienen ese orgullo y honor en el buen sentido, me dejó pensando en que si es necesario tener guerras tan horribles como las japonesas o coreanas para que los países se vuelvan pacíficos, en como los gobiernos realmente gobiernan la vida de las personas en ese sentido, peleando por una mejor vida.


Kamikaze


Después del museo pagamos 2,600 yenes para ir a Matsuyama, wow, es mucho dinero para mi presupuesto pero por supuesto que valió la pena. En muchos aspectos sigo siendo un niño pequeño, la noche anterior batallé para conciliar el sueño ya que estaba muy nervioso por el viaje y Yun-san también pasó por lo mismo así que en el ferry tomamos una siesta de una hora o dos, comimos unos Onigiris (bolas de arroz), despertamos al llegar a Matsuyama, agarramos la bici y empezamos a visitar los templos. Al principio fue un viaje sencillo, cruzamos un túnel y salimos a los suburbios de la ciudad.




El primer templo fue le No. 52 Taisan-ji, lo primero que vi antes de entrar al templo fue a un grupo de peregrinos con sus camisas blancas, sus cascabeles sonando en la punta del bastón y la atmósfera de estar en un lugar totalmente diferente. Al entrar a cada templo uno se tiene que lavar las manos con una como cucharon largo y la boca, subimos unas escaleras larguísimas para llegar al templo principal para ahí leer el Mantra, soné la campana y estando dispuestos a continuar con nuestro camino vimos una casa en donde nos ofrecieron té y un chocolate, es un lugar donde los peregrinos pueden tomar un descanso, usar el baño o la regadera para continuar con su viaje, imaginate empezar desde el 1 y llegar al 52 después de un mes caminando, supongo que esos lugares se vuelven paraísos. Justo antes de llegar a donde dejamos las bicicletas una señora nos regaló un par de naranjas que guardamos en la mochila y nos salvaron la vida al día siguiente.



Aun sin estar cansados pero ya habiendo recorrido la mayoría de lo planeado ese día decidimos ir al Dogo Onsen, es uno de los mas antiguos de Japón y es el que sale en la película Spirited Away. Uno paga como 400 yenes, entra al cuarto de hombres, se desnuda, se da una ducha y entra en un tipo jacuzzi, el lugar es bastante viejo y se siente la historia en él, especialmente en la fuente en medio del lugar de donde sale el agua. Se dice que una garceta lastimada acudía a las aguas termales y después de un tiempo se mejoró, la gente al ver esto se empezó a sumergir al agua con la esperanza de curarse, igual ha de ser como el baño de vapor que es excelente para las mañanas con cruda.




Saliendo del Onsen continuamos hacia el templo 51, Ishite-ji, en ese templo hay que pasar por un edificio largo lleno de puestos y Sakuras en los jardines anexos, procedimos con el ritual de los rezos y había un grupo de visitantes que estaban siendo guiados hacia otra parte del templo, decidimos seguirlos, hay que cruzar una piedra circular que da suerte en la salud y seguir un camino rocoso hasta llegar a un túnel muy estrecho y obscuro, después de unos 15 metros de tropiezos se pueden empezar a ver imágenes de Buda en las paredes y luego un santuario detrás de unas rejas, continuamos un rato mas para salir y la luz cegaba a los caminantes.

Visitamos otros dos templos, el 50, Hanta-ji y el 49, Jodo-ji, cada uno con sus características únicas, si, entiendo a los viajeros que dicen que todos los templos son iguales pero el chiste esta en saber apreciar la razón del templo, a veces es simplemente porque “un monje vivió ahí un par de años hace mil años e hizo una estatua de si mismo” pero ver a las personas presentes rezar con fervor y esperanza es algo bonito.

Faltando dos templos por visitar ese día llegamos al No. 47, Yasaka-ji, hicimos el ritual y luego fuimos a la oficina para preguntar si tenían lugar para hospedarnos, afortunadamente si tenían, era un cuarto con muchas cobijas y había un Holandés que también estaba viajando, el llevaba mas de un mes caminando solo en el recorrido pero lo iba a terminar al día siguiente para visitar Hiroshima.





Después de desempacar y acomodarnos decidimos aprovechar que aun no era tarde para visitar el último templo de ese día, el número 46, Jōruri-ji, estaba a pocos minutos caminando, de regreso fuimos a la tienda para comprar la cena y comida para el día siguiente que posiblemente no veríamos una tienda en un rato. Compramos algunas cervezas y vimos un puesto que decía “bolsa de naranjas 100yenes, si no quieres pagar agarra una naranja” tomamos una y le llevamos una a nuestro compañero. La tienda estaba cerrada así que tuvimos que caminar otra hora para llegar a la tienda y ya de regreso nuestro compañero estaba dormido. En Hiroshima yo había hervido un cartón de 10 huevos para el viaje, al intentar abrir uno me di cuenta que no los había hervido lo suficiente por lo que aun le faltaba por cocerse. Con la cocinita hervimos unos y los cenamos con pan y cerveza.


Esa noche dormí como bebé, estaba exhausto.
-Gil-

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