Catollicos y Protestantes

Una vez platique con mi padre sobre esto, y creo que el columnista tiene algo de razón.

 Jean Cusset, ateo con excepción de cuando lee a Darwin, dio otro sorbo a su martini -con dos aceitunas, como siempre- y continuó:

-A los católicos se nos enseñó a despreciar el mundo; a fijar toda nuestra esperanza en una patria definitiva: el Cielo. Se nos enseñó también a despreciar los bienes terrenales -sobre todo el dinero-, pues según la doctrina son cosa del demonio. Esas enseñanzas, con ser tan espirituales y elevadas, no hicieron de nosotros gente de trabajo. ¿Quién quiere arar en un valle de lágrimas?

-La reforma protestante -siguió diciendo Jean Cusset- dio a los hombres un nuevo sentido del mundo, del trabajo y de la dignidad de los frutos que el trabajo da. Mientras los pueblos germánicos y sajones que se afiliaron a la nueva concepción medraron y se enriquecieron, las naciones latinas siguieron en su esperanza de una recompensa sobrenatural.

-Reconozco que lo que digo es muy simplista -concluyó Cusset-, pero aun así creo que no hace ningún daño pensar que el bienestar en la Tierra no está reñido con la prometida felicidad del Cielo.

Así dijo Jean Cusset, y dio el último sorbo a su martini, con dos aceitunas, como siempre.

¡Hasta mañana!...


 Armando Fuentes Aguirre
Ciudad de México, México (4-Ago-2011).- 04:40 AM


-Gil-

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